Trauma fiesta

Que este blog este tan lleno de traumas, de diversas formas y colores, es tan cierto como que la fuerza de gravedad jala pa' abajo.
Y así como Newton desentraño los misterios más profundos de la gravedad, pues... yo no puedo hacer lo mismo sobre el siguiente trauma, pero por lo menos se los platico.

El trauma en cuestión es respecto a las fiestas: no me gustan, las odio y me aburro cada vez que voy a una (como cualquier otra actividad que implique alguna clase de habilidad social).

Creo que alguna vez ya lo había escrito aquí (pero no sé dónde ni cuándo) y explicaba en un razonamiento medio mocho el portentoso motivo por el cual no voy a fiestas. Es algo así:

• No tomo bebidas alcoholicas (tampoco soy de muy buen comer).
• No fumo.
• No bailo.
• No hablo mucho.
• No echo desmadre.
• Y soy un reverendo asco para sociabilizar.

Entonces,¿pa' qué demonios voy a una fiesta si lo que se hace en una fiesta no lo pienso hacer?. Una amiga me decía que aunque sea fuera a ver y a criticar gente, pero tampoco se me hace una actividad muy interesante. Bueno, pero básicamente por las razones enumeradas anteriormente no voy a fiestas.

Y que el jurado tome nota de que lo he intentado. He intentado ir a fiestas en cada nueva escuela a la que ingreso, pero siempre termino con esa sensación de que no estoy en mi ambiente.
Me empiezo a sentir demasiado ansioso de estar tanto tiempo en un solo lugar; en algunos lugares puedo salir y 'desengentarme', pero la mayor parte de las veces no.

Entonces pues me aburro, me siento incómodo y así ha sido en todas las ocasiones, por eso no hay ninguna aliciente para volver a una próxima fiesta.
No fui a mi fiesta de graduación, por ejemplo. No tenía muchas razones para celebrar haber terminado una carrera que no me complacía, pero ni la fiesta con los amigos representaba algo por lo cual quisiera ir. Alguna vez también escapé de un festejo de cumpleaños que me querían hacer mis amigos de la escuela.

El hablar de mi festofobia, se me ocurrió porque un amigo me dijo que cuándo iba con él y su cuates a un antro, o por lo menos a una fiesta en alguna casa; es más que me iba a presentar a alguien. Para no perder costumbre dije que no, que no me gustaba ir a antros o a fiestas. Ahí me preguntó el por qué, y le contesté mas o menos lo mismo que escribo aquí.

Trauma que aún no resuelvo, y no sé si quiero resolver. Porque, dicho sea de paso, las fiestas no me importan, pero sí lo poco sociable que me hace el no ir a ninguna pachanga. Tal vez, algún día, algún lugar o actividad que yo frecuento pueda convertirse en un evento medianamente apto para la sociabilidad, como ir a la biblioteca a leer. :P